Se renuevan las esperanzas

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Se renuevan las esperanzas

“Se los comieron los tiburones”. Esa frase escucharon hace casi 56 años los familiares de las 68 personas que iban en el TC-48 de la Fuerza Aérea Argentina que desapareció en el aire de Costa Rica; el 3 de noviembre de 1965. Nunca fue localizado. 59 eran cadetes de la Escuela de Aviación Militar de Córdoba; desde donde despegó el avión después de que el entonces presidente Arturo Umberto Illia los despidiera en Mendoza.

Cincuenta y seis años, después la búsqueda de esas familias sigue. Persiguen, dicen, cerrar un ciclo, saber qué fue lo que realmente pasó. Muchos están convencidos de que el avión cayó en tierra, quieren encontrar sus restos y el de sus seres queridos. Enterrarlos y hacer el duelo.

Ahora siguen una nueva luz. La asociación sin fines de lucro suiza missing.aero, detectó a través de radares siete “anomalías” o puntos inexplicables en la zona de la Cordillera de Talamanca en Costa Rica.

Una expedición privada de cinco integrantes, encabezados por José Campos (quien acumula 25 búsquedas) se adentró en la región, pero las lluvias les impidieron el trabajo. Regresarán en la época seca, en setiembre. El foco está en unos 200 metros cuadrados y, aseguran los familiares, hay una media docena de testimonios que ya apuntaban allí.

El avión cayó cuando realizaba un vuelo entre Panamá y El Salvador. Nunca encontraron ni un solo cuerpo o resto de la nave. Las pruebas oficiales para demostrar que se precipitó al mar Caribe fueron chalecos salvavidas, camisas, la cédula del cadete Oscar Vuistaz y restos de la cobertura interna del fuselaje.

Para gran parte de los familiares fueron “plantados” para cerrar la búsqueda. Hay enojo con el accionar de la Fuerza Aérea Argentina; no sólo con la forma en que comunicaron a las familias el hecho, sino con la decisión de no investigar y no buscar.